Hace unos meses me diagnosticaron una enfermedad que me obliga a pasar hospitalizada períodos más o menos largos, y ahí he encontrado a un montón de personas que, por vocación, cuidan de nosotros, a unos cuantos ángeles que me están ayudando a salir adelante.
Uno de estos ángeles en Maitane. Una de mis enfermeras que además tiene algunas cosas en común conmigo: es una chica joven, le encanta cocinar, y tiene un sobrino, Hugo, que es el niño de sus ojos.
Y hace unos días me acordé de que esta receta estaba medio escrita, una receta que había compartido con Oier y sobre todo había disfrutado con él.
Pues para Maitane va esta receta, para que la pueda hacer con Hugo y disfrutar de dos cosas tan bonitas como la cocina y su sobrino, como yo lo hice con Oier.
Ya sabéis Oier cree contento y feliz, lo que llama la atención es cómo y cuánto se ríe, y disfruta de todo y de todos los que le rodeamos. Para él es un premio estar en casa de la yaya, de hecho el mayor problema cuando viene es que no se quiere ir, y son sus padres los que tienen que tirar de él para sacarlo de casa.
Uno de estos ángeles en Maitane. Una de mis enfermeras que además tiene algunas cosas en común conmigo: es una chica joven, le encanta cocinar, y tiene un sobrino, Hugo, que es el niño de sus ojos.
Y hace unos días me acordé de que esta receta estaba medio escrita, una receta que había compartido con Oier y sobre todo había disfrutado con él.
Pues para Maitane va esta receta, para que la pueda hacer con Hugo y disfrutar de dos cosas tan bonitas como la cocina y su sobrino, como yo lo hice con Oier.
Ya sabéis Oier cree contento y feliz, lo que llama la atención es cómo y cuánto se ríe, y disfruta de todo y de todos los que le rodeamos. Para él es un premio estar en casa de la yaya, de hecho el mayor problema cuando viene es que no se quiere ir, y son sus padres los que tienen que tirar de él para sacarlo de casa.
Poco antes de entrar yo en el hospital, como él estaba de vacaciones y no tenía que levantarse pronto, se quedó en casa varios días. Lo único que oímos desde que entró fue "tía" y "yaya", y lo único que quiere es jugar a lo que sea, con todo disfruta. Y como no, como ya he dicho en otras ocasiones, disfruta también cocinando con la tía y con la yaya, aunque luego tenga "algunos problemillas" para comer.
Como sabía que iba a estar en casa un par de días estuve pensando en qué cocinar con él, algo nuevo y divertido para que se siga interesando por la cocina. Pizza ya habíamos hecho en varias ocasiones, las hamburguesas no le entusiasman (bueno, en general la carne), la nuggets son recurrentes cuando está en casa porque le encantan y las patatas fritas "con salsitas" también.
Me acordé de las salchichas, que atravesadas por el típico palo de brocheta, se empanan y se pueden acompañar por "salsitas" como él dice, y busqué a ver qué encontraba, y al final nos pusimos a cocinar.
Ingredientes.
- 1 envase de salchichas tipo Frankfurt, cada cual de las que más le gusten (normales, rellenas de cheso, con sabor a bacon ...).
- Tantas rebanadas de pan de molde como salchichas.
- Tantas lonchas de queso tierno como salchichas.
- Tantos palos para brochetas como salchichas.
- 2 huevos.
- Pan rallado para empanar.
- Sal, y si quieres pimienta y nuez moscada para el empanado.
- Aceite de girasol.
- Salsas para acompañamiento: salsa barbacoa, kétchup, mahonesa ...
Preparación.
Lo primero que tenemos que hacer es quitar el borde a las rebanadas de pan de molde, aunque otra opción es comprarlo ya sin borde.
Tras eso hay que estirar cada rebanada de pan de molde con un rodillo. Tiene que quedar el pan completamente apelmazado y con un grosor de a penas 2 milímetros, además, estirando la rebanada en un único sentido, la rebanada quedará un poco más larga.
Tras eso hay que coger las lonchas de queso y ajustarlas a cada rebanada, de forma que en uno de los extremos la loncha de queso sea aproximadamente 1 dedo más corta que la rebanada de pan.
Cogeremos una salchicha y ajustaremos su tamaño a la rebanada de pan y a la loncha de queso, de forma que poniéndola en uno de los extremos la podamos enrollar sobre el queso y el pan.
Debe quedar un rollito apretado y que no se deshaga fácilmente. Repetimos la acción con las demás salchichas.
Batimos un huevo, al que además de la sal podemos añadirle un poco de pimienta y de nuez moscada, y pasaremos por él cada rollito, y posteriormente por el pan rallado. Cuidado con este paso porque debe quedar bien sellado para evitar que cuando se fría el queso interior se salga. Y cada rollito lo freímos en abundante aceite. En esta ocasión utilicé aceite de girasol, a fin de que se hiciera rápidamente por el exterior (mi madre siempre me ha dicho que el aceite de oliva recuece más los alimentos, frente al aceite de girasol).
Una vez que están fritos se pasan a un papel absorbente y con un poco de cuidado se atraviesan longitudinalmente por un palo de brocheta.
Únicamente queda servirlos acompañados de las salsas que te apetezcan, en casa barbacoa y mahonesa, pero vamos, eso queda a vuestro gusto.
Espero que os guste la idea, los niños están entretenidos, van desenvolviéndose en la cocina y van viendo cómo se hacen algunas comidas para ver que no tienen nada raro, sino cosas que les gustan.
Pero tenemos diferentes opciones.
- Podemos utilizar jamón york, jamón serrano o unos bastoncitos de pechuga de pollo cocida o a la plancha, además de queso, y olvidarnos de las salchichas.
- Lo podemos hacer en forma de pincho divertido. Sería utilizando queso, jamón serrano o unos bastones de pechuga de pollo cocida previamente a la plancha y pimientos verdes fritos. Se cortaría en 3 ó 4 partes y se rebozaría, o no, con una capa de una salsa bechamel muy fina, a la que además le hemos podido añadir un toque de queso. Tras ello se rebozarían con huevo batido y pan rallado y ya utilizar un palo de brocheta sería opcional, porque deberían quedar de pequeño tamaño, para poder comerlos de una sola vez.
- Incluso podemos utilizar el típico relleno de los burritos: pochar vegetales en juliana (cebolla, pimiento, zanahoria) y también unos bastones de carne sofrita, y todo ello ponerlo en uno de los extremos del pan para enrollarlo en sí mismo.
Bueno Maitane, que no me cansaré nunca de darte las gracias por estos meses y por los que me quedan todavía y que espero que los hagas con Hugo y que os divirtáis tanto como yo lo hago con Oier.
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