Me pasó hace unos meses tal día como hoy, un sábado.
Había pasado una de esas semanas con mucho trabajo en la que casi no había podido ni arrascarme la nariz. El viernes al mediodía al terminar de trabajar pensé "mañana voy a dormir", daría igual que me despertara, me daría la media vuelta y de nuevo a dormir, calentita en mi cama.
Llegó el sábado y a las 8'00 de la mañana estaba despierta.
No me lo podía creer, intenté volver a dormirme, darme la vuelta, contar ovejas ... no funcionaba nada, estaba despierta, no podía dormirme y tampoco tenía sueño, y como muy tarde eran las 8'30 horas de un sábado.
Pues si estaba despierta tan pronto, habría que desayunar. Y si ... me di cuenta de que tenía hambre, tenía mucha hambre. Pero no de desayuno tradicional, no me apetecía café con galletas o algo así, más bien un típico desayuno yankee, huevos, bacon ...
No había pan, era demasiado pronto, pero había pan de molde.
Y pensado y hecho. Me preparé un buen sándwich para desayunar: huevo frito, unas lonchas de buen bacon curado fritas, unas lonchas de queso tierno y unas rodajas de tomate natural. Magnífico!
